miércoles, 23 de julio de 2014

Zeil Capítulo 14

-Tengo que hablar contigo - Comenta mientras me separa de él un poco. - De tu venide...
de la multitud emerge Nahuel ¿que hace aquí? va con espada en mano, no me da tiempo de reaccionar y de un limpio y poderoso golpe, Nahuel, amputa la mano a Saummus, veo inmovil como la extremidad cae al suelo y ensangra las losas mientras mi tío grita desesperado. Miro asustado al monarca. Con rabia me vuelvo hacia el asqueroso gigante.

- ¡Como te atreves, asqueroso saifuche! - No me puedo contener, desenfundo la espada y le ataco con gran furia- ¡Eres un mentiroso! Lo único que querías era la muerte de mi tío...

- ¡No, yo...! Espera... ¿Que he hecho?
-¡...Pren...ded..lo...! - Tartamudea Saummus.- ¡¡Matadlo!! - Grita al fin lleno de dolor y cólera.

Retomo el fuerte ataque asestándole un profundo corte en una pierna, haciendo que el caiga duramente contra el suelo. Entre los soldados y yo le rodeamos, ellos le apuntan con rifles. Justamente me coloco
donde me vea bien, que mi sombra sea lo último que vea. En un vano esfuerzo intenta tirarme arena a los ojos, pero solo logra mancharme la camisa, una risa maliciosa se me escapa se la boca. Dirijo la fría hoja de mi espada al príncipe enemigo y justo cuando le iba a clavar la espada, una pared de tierra aparece ante mí haciendo que mi espada se detenga en su mortal descenso y quede prendada en la pared. ¡¡¡Esa asquerosa rubia!!! La veo correr al otro lado del muro terroso a una velocidad considerable, los soldados estan demasiado ensimismados y sorprendidos como para reaccionar. Arranco mi espada de la pared para atacarla pero tarde demasiado ya que levanta más muros de tierra a su alrededor haciendo imposible el ataque directo. Comienzo a golpear con furia la gran pared y siento como la pared cede poco a poco bajo mi acero.  Sin siguiera esperarlo se siente un sismo que hace tambalear toda la plaza. Ordeno a los soldados derribar el muro, y al acerlo se ve que tras él tan solo hay una pequeña fractura por el cual solo cabe un alfiler.

-Mierda...- Susurro para mí.

-¡Señor!- Me grita un soldado acercándose a mi - Su alteza real a sido llevado a sus aposentos con urgencia y ya a sido convocado un médico para su curación y tratamiento.

-Gracias por la información.

-¿A donde cree que se fueron?- Me pregunta algo tímido.

-Supongo que al sistema de acueducto, pero no llegaran lejos, al menos el..- Digo mientras miro la hoja brillante y manchada de sangre. En las guerras hay que sobrevivir sea como sea, inclúso de la forma más rastrera de ganar, envenenando la hoja de la espada. Aún el más pequeño rasguño te manda a la tumba, donde en poco tiempo ira a parar el principito saifuche. - ¡Montar guardia en toda entrada y salida! ¡Los quiero vivos! Me encargare yo mismo de que vuelvan a la inesistencia.

Me doy vuelta y salgo corriendo despavorido al encuentro de mi tío. Entro en la sala de golpe pero un criado frena mi paso sin poder acercarme. Allí veo a mi tío gritando de dolor y como unos cirujanos arreglan la muñeca y preparan los nervios y le ponen placas de titanio, supongo que le pondrán una mano ortopédica... Me duele verle en esa situación, retorciéndose de dolor por culpa de Nahuel... Supongo que hasta mañana no podre verle, así que sin mediar palabra salgo de aquel lugar y deambulo por el palacio adelante en busca del lugar mas apartado y solitario. Acabo en un pasillo en el cual jamás había estado, me pregunto por qué. Unos gritos rompen el silencio, sigo estos clamores hasta llegar a una puerta que esconde unas escaleras, a medida que desciendo se escucha con mas claridad esos gritos. Me topo con una biblioteca... ¿De dónde proceden exactamente esos gritos? Empiezo a inspeccionar minuciosamente cada esquina de este lugar, descubro un armario que en su base tiene serias marcas de arrastre; lo empujo con fuerza y descubro una puerta entreabierta. Los gritos provienen de ahí. Meticulosamente entro, es una sala de celdas, pero parece adaptada con artilugios quirúrgicos y de científicos. Al acercarme a una mesa veo una carpeta sobre esta, miro un momento detrás mía para asegurarme que no hay nadie y me dispongo a leer "Resiste a los tratamientos aplicados, ninguno resulta. Próxima prueba, combinar ADN con cánido. Se espera ser resultante". No sé de qué se trata todo esto, pero no parece que sea para el favor del reino. Avanzo por la sala inspeccionando todas las celdas, alvergan animales que en mi vida vi. Oigo los gritos de nuevo, provienen de la ultima celda,en la cual esta la bestia mas extraña. Esta completamente encadenado, tiene constitución de hombre, pero también de lobo. Su cuerpo esta cubierto de un pelaje gris, sus manos terminan en unas afiladas garras. Se esta retorciendo de dolor. Cuando alza la cabeza veo su rostro... me es familiar... Miro al humanoide con curiosidad, escudriñandole el rostro animal en busca de algo que me haga reconocerlo. No veo nada y el lugar comienza a darme mal agüero, así que decido salir de allí.

 - Zeil... Atanasia ... - empieza a gemir con una voz ronca y gutural. - Nahuel...- me paro en seco ¿como lo sabe?- confiar en ellos... amigos inseparables... infancia... Nahuel... hermano. - empieza a quejarse y a retorcerse. 

- ¿Qué? No se si tienes nombre, ni si eres humano, pero yo no.... 

 - Takumi... Maestro... - me dice débilmente, no recuerdo a ningún mestro. - tu Sensei.

 -Lo siento, ni idea. - me dirijo a la puerta. Una luz diminuta se enciende en mi mente. Justo cuando extiendo la mano para abrir la puerta la luz se intensifica inundandome la mente de recuerdos borrosos de mi infancia en aquella villa apartada de la mano de los dioses, junto con Ata y Nahu. Me paro en seco. - ¡Sensei! - ¡ya se quién es! Me cuidó en parte de mi
infancia... vuelvo a la celda y cojo los barrotes con desesperación. Hago un intento en vano de abrirla, incluso pruebo de forzar la cerradura. - Te sacare de aquí- le digo, aunque no se si me escucha. - Traeré a Nahu y Ata y os sacare con vida ...

 Salgo de aquella sala y voy colocando todo como estaba, no quiero que se note mi presencia aquí. Mientras camino acelerado por los pasillos hacia mi cuarto, voy pensando en todo lo que logro recordar, mi memoria no va mas allá de sus caras de cuando eramos niños, pero eso me produce una alegría dentro de mi. Cerrando la puerta tras de mi, me dedico a planear algo para evitar la muerte de todos.

-¡Mierda!- exclamo, acabo de recordar que la espada estaba envenenada cuando ataque a Nahuel...  Reconozco que estoy enfadado, pero ahora no deseo su muerte..