viernes, 15 de noviembre de 2013

Nahuel Capítulo 11

Esa forma de correr y saludar la reconocería en cualquier lado. Me detengo en seco al analizar esa figura. Su figura en si ha cambiado, su cintura es más pronunciada, sus caderas más anchas, el pecho le creció y está mucho más alta. Pero su pelo dorado y largo no le ha cambiado

- Atanasia... ¡¡Zeil, espera!! ¡Es Atanasia! - le grito desde la distancia, pero hace caso omiso a mis palabras.
Vuelvo a echar a correr y ésta vez voy lo más rápido que me dan las piernas. Va a matar a Ata.

Antes de que me de tiempo a alcanzarlo, él llega junto a Ata y le lanza una potente estocada. Atanasia lo repele con un escudo de tierra. Era de esperar de una maga, la rapidez ante lo imprevisto es una de sus valiosas cualidades.

- Zeil, ¿qué haces? - le dice Atanasia a Zeil tras el escudo.

- ¿Qué haces tú aquí? ¿Espiarme? - que indignación, ¿se acuerda de ella y de mi no? Que lelo es... - Pues me las  arreglo sólo. Soy el principe de el Primer Gobierno. Nada me va a detener el volver a casa. Ni siquiera tú. - dicho esto Zeil le propina otro golpe a la pared que levantó Ata y la rompe.

Si ataco ahora a Zeil seguro que acabo malherido, porque de defendería de cualquier ataque por sorpresa. Pero le entra una arcada y baja la guardia un momento, instante que utilizo para propinarle una patada que lo tira. Ya aprovecho y le arrebato la espada. En estos momentos debe de odiarme por la cara que tiene.

- Esa forma de coger la espada... - dice Ata detrás de mi y me giro para mirarla a la cara - No puede ser... ¡¿Nahuel?! ¡Estás enorme!

- Pues tu estás muy cambiada. Casi no te reconozco, pero tu pelo rubio es inconfundible. Han pasado tantos años... - digo perplejo. ¿Tanto he cambiado para que no me reconozcan? No lo sé, pero lo que si me quedo embobado con la belleza de Atanasia. Es una muchacha ermosa, inclúso más que en mis recuerdos.

- Oh! Dios mio, Nahu. - Ata me sonríe. Sus rasgos son tan suaves y acentuados por esos ojos azules, aún se la ve más ermosa.

-Bueno...- interrumpe Zeil - siento interrumpir un reencuentro bonito, pero tu...Atanasia.... - ¿no se acuerda de su nombre? Bueno Zeil nunca ha sido un hacha con su cerebro. - ¿qué rayos haces aqui? ¿¡Por qué me persigues!? -

- Zeil, - la joven intenta imponerse, pero al mirar a Zeil se ve que sus esfuerzo no sirve de mucho. No me fio de Zeil, ya ha atacado a Ata una vez a sabiendas de que era ella y seguro que lo vuelve a hacer. Le apunto con la punta de la espada advirtiendole -. necesitas aprender a distinguir quién es tu enemigo.

Kenta corre hacia nosotros gritando el nombre de Zeil. ¡Mierda! Tendría que haberse quedado en el coche, no quiero que salga malherido. Zeil en un movimiento muy rapido me quita la espada retorciendome la muñeca. Me duele así que suelto la espada con facilidad. Zeil tira a Ata al suelo y le coloca la espada en la garganta. Definitivamente, a este tío le falta un tornillo. ¿Por qué ataca a Ata? Me muevo para intentar hacer algo pero Zeil me detiene con palabras.

- Nahuel, como me toques o intentes algo la mato - me paro en seco, se que es capaz de hacerlo y no estoy por la labor de ver como uno de mis mejores amigos degüella al otro. Zeil ahora se dirige a Ata. -. Tu…debería matarte ahora mismo sin darte otra oportunidad.

- Pero no lo haras - asegura Ata. ¿Está loca? ¿En qué está pensando? No puede confiar en que la vea como la amiga que fue, Zeil no la recuerda así. Lo que va a conseguir es cabrearlo más.

Veo que la presión aumenta en el cuello de Ata por su expresión. Le miro a los ojos preocupado, al verlos obsevo que planea algo. Miro sus plamas de las manos, salta alguna que otra chispa de electricidad. ¡Ya sé lo que planea! Coge a su atacante por los brazos. La electricidad liberada por las palmas de Ata recorre el cuerpo de Zeil dejándole indefenso. Me tiro sobre él, directo a la muñeca con la que sostiene la espada. Ata tan rápido como puede se aleja de Zeil y se levanta. El plan ha salido bien, pero no tanto como esperaba. Gracias al tratamiento de Torin puede aguantar más el dolor, lo que hace que no suelte la espada, si no que forzejeamos por ella. Zeil la tiene mejor cogida y yo estoy cansado así que esta vez la balanza se inclina a su favor.

- ¡¡Ata, haz algo!! - grito, como sigamos así vamos a pasarlo mal, porque Zeil no va a darse por vencido.

Ata susurra las palabras arcanas de un hechizo con el que, al instante, Zeil cae sin fuerzas. Me hago con el control total de la espada y le apunto con ella para que no intente nada raro.

- ¿Que me has hecho? - pregunta desde el suelo.

- Sólo te quite las fuerzas. - Dice Ata mientras yo miro desde arriba a Zeil, escudriandolo, intentando ver si planea algo. - No te esfuerces en luchar, no podrás.

Me doy cuenta de que estoy sonriendo, no por malicia, sino de alivio y orgullo. Orgulloso me sentía porque en poco tiempo había visto a Zeil derrotado dos veces, y en las dos yo estaba presente. Jamás le había visto perder y en mi corazón siempre le tube cierto rencor sano por ello. Y aliviado porque ahora ya se puede controlar a Zeil sin miedo a que te ataque. Me volteo y veo que Ata está igual que yo. Sonreimos como tontos. Pero bueno Zeil es un hueso duro de roer y lo hemos vencido. Observo que Kenta mira la escena serio, pero a la misma vez con algo en la mirada que me preocupa. Tiene los puños apretados y mira a Zeil con recelo. ¿Qué habrá pasado entre estos dos?

- ¿Y ahora qué? - pregunto, dejando a un lado mis pensamientos.

- Deberíais descansar, - Ata se acerca y nos mira en conjunto, pero sobretodo se para en el niño, ya que él más que ninguno es el que tiene más cara de cansado - se os ve a los tres muy cansados.

- ¿Sabes de algún sitio discreto? No tengo ganas de nos vean las autoridades. - Zeil es un fugitivo y hasta salir del territorio Saifuche es un peligro. Y conociendo a mi madre tendrá a toda la guardia buscándome sin descansar.

-Si que sé. - dice la muchacha después de hacer cierts memoria - Es una iglesia a las afueras de la ciudad y además no está muy lejos de aquí, aún que la señora que la cuida es un poco amargada...

- Me vale, vamos.

Atanasia y yo nos acercamos a la vez a recoger a Zeil del suelo y llevarlo al coche en el que vino Ata. Caminamos despacio porque Zeil es un peso muerto. Al llegar al coche lo sentamos en el asiento de atrás. Kenta se sienta del otro lado. Apenas habla ¿qué pensará? Desconozco las causas, pero han de ser de peso para que un niño de su edad se comporte así.

- ¿Por qué no me matáis y os libráis de mí? - salta Zeil mientras le pongo el cinturón.

- No somos tu - le contesto en un tono más de enfado del que esperaba usar. No soporto su desprecio a la vida. Cierro la puerta en sus narices. Prefiero ignorarlo antes de que me entren las ganas de matarlo por ignorante.

- ... Déjalo ya, por favor. - oigo a Ata en la parte trasera del coche hablar por el móvil, tensa. Hace una pausa para que el otro interlocutor hable - ¡La vida una persona no es un juego! - Hace otra pausa - ¡No! ¡Mierda! - La conversación se terminó ya que el otro interlocutor colgó dejando a Ata con la palabra en la boca.

- Ata, ¿qué ha pasado? - pregunto muy serio y preocupado.

- Uff… pues… muchas cosas... Saummus ha secuestrado al sensei y le tiene cautivo en el Primer Gobierno…

- ¿¡Qué!? Tenemos que ir y salvarle.

- Claro que sí, esa fue la razón por la cual estoy aquí. Pero no sé cómo hacer, estoy preocupada y me siento muy impotente. - me dice con lágrimas en los ojos y escondiendo su rostro entre las manos.

No me aguanto y la abrazo. Parece agradecerlo ya que se relaja algo.

- Tranquila, estamos los tres juntos otra vez, aún que no completamente, pero le salvaremos. Saummus es un tirano y los malos siempre pierden, ¿no?

- Gracias Nahu. Siempre sabes que decir y hacer en casos delicados. Oye, ¿te importaría conducir? No tengo ganas de hacerlo yo. Te dirigiré en el trayecto - asiento inmediatamente, nos separamos y nos montamos cada uno en su asiento.

Arranco el motor y doy media vuelta. Nos dirigimos en dirección contraria al Primer Gobierno. El coche va en silencio. Cada uno va pensando en lo suyo. Miro a Kenta y a Zeil por el retrovisor. Kenta se ha quedado dormido, el pobre no puede con su alma. Zeil va mirando por la ventanilla, parece cabreado, conociendolo no le ha hecho mucha gracia que le manejemos con tanta facilidad. Ata va compungida, acariciando el móvil, esperando un rayo de esperanza que probablemente no llegue. Yo, realmente estoy muy preocupado, odio a Saummus. Trajo la desgracia a la tierra, me destrozó la vida arrebatandome a una de las personas más importantes de mi vida, mi padre. Y apostaría mi vida a que también fue él el culpable de que mi mejor amigo ya no sea quien yo conocía. Pero ahora es el colmo, atacar de forma tan directa es rastrero hasta para una rata como él. Juro por el dios Odin que acabaré con él. Le arrebataré todo lo que tiene y verá como lo destruyo ante sus ojos.

Al poco tiempo Ata me indica que aparque. Obedezco, aún que nos encontramos en medio de la nada. A unos kilómetros sé que hay una ciudad, la ciudad de Alia, una ciudad habitada por bandidos y borrachos al margen de la ley. Salimos del coche y veo la iglesia. Es una construcción vieja pero expectacular. Ata despierta a Kenta y, repitiendo la misma operación de antes, ayudamos a Zeil a ir hacia la enorme edificación. Atravesamos el umbral y todos a excepción de Ata nos que damos embelesados de la hermosura de aquel edificio.

- ¡Santa Andrágora! - dice una señora mayor vestida de monja.

- Siento volverle a perdir el mismo favor pero si... - comenta Ata, pero es interrumpida por la anciana.

- Jamás crei ver esto con mis propios ojos...

- ¿El qué? - pregunta Kenta dandole voz a lo que todos pensabamos.

- Cosas de una vieja creyente, pequeño. Por supuesto que os podéis quedar. Sed bienvenidos a esta casa sagrada.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Atanasia Capitulo 10

Sigo mi camino, pero no puedo evitar observar como la anciana se va quedando poco a poco atrás, hasta que finalmente su imagen, que antes se veía tan nitida, se va transformando lentamente en un puntito pequeñito a lo lejos. Pocos segundos después, ya no puedo distinguirla de otras sombras que hay en aquella zona. Me doy cuenta de que es tarde. El sol se está poniendo, y no falta mucho para que anochezca. No quiero arriesgarme a que me vuelva a quedar dormida en el coche y que me cojan, así que no me atrevo a parar para descansar. No se cuanto tiempo habré dormido, he perdido completamente la noción del tiempo. Decidida miro el reloj. Ya son las 9:30. Aún que he dormido unas cuatro horas, me siento cansada. A lo lejos veo una ciudad. Tal vez allí haya algún sitio en el que pueda pasar la noche, donde me pueda esconder.

- Uff…-suspiro. Ésto me resulta más difícil de lo que pensaba… aún tengo que llegar al reino de Nahu y reunirme con ellos. Tal vez Nahu éste muerto… No, no puedo pensar en eso. Pero si ocurriera nunca se lo perdonaría a Zeil. Tantos años esperando para el momento en que estemos todos juntos de nuevo y, ¿Zeil me lo arruina? No, no estoy dispuesta. La idea de volver a estar juntos me emociona. Acelero un poco para llegar lo antes posible a la ciudad. Si consigo donde quedarme esta noche, mañana estare descansada y lista para cumplir la misión. Pongo música baja, no es precisamente lenta, pero como suelo escucharla alta me recuerda a música de salón. Ya ha anochecido, y oigo la música y los gritos procedentes de las discotecas y los bares que hay por aquí. No recuerdo muy bien ésta ciudad, pero más o menos creo podre orientarme. No veo ningún sitio discreto para quedarme, de hecho, creo que no hay.

Voy lentamente con el coche porque la gente empieza a ponerse borracha y tengo miedo de atropellar a alguien. Además, hay bastante gente por las carreteras, pero coches solo yo. De repente, alguien se tira contra mi parabrisas. No puedo evitar gritar y soltar el volante. El coche se descontrola, junto a la gente de fuera, empiezo a gritar y me agarro fuerte al volante. En un instate me golpeo contra una pared con fuerza. Estoy temblando, paralizada por lo que acaba de pasar, estoy muy asustada. Oigo como algunas personas se agarran al coche y lo intentan abrir, pero lo tengo cerrado. Pero de todas maneras, activo el escudo, pues no quiero arriesgarme a que lo abran. La gente me grita cosas, insultos e invitaciones a... bueno, mejor no pensar en eso. No me atrevo a moverme.

Empieza a tronar y a llover con fuerza. Por suerte le gente se retira a los bares y demás establecinientos. Necesito distraer un poco mi mente de lo que acaba de pasar, así que vuelvo a darle vueltas a mi cabeza. Espero por su bien que Zeil que no matara a Nahuel, o sino habrá venganza.

Espero unos minutos a que se me aclaren los pensamientos.  Rápidamente me espabilo, he de buscar algún sitio para refugiarme, puesto que el coche esta inutilizado. Antes de salir compruebo que no hay nadie que pueda hacerme daño. Una vez hecho esto, abro la puerta con cuidado y saco las piernas fuera. Me duelen muchísimo los pies, y casi no puedo apoyarlos. Aún así, debo hacer un esfuerzo para levantarme. Me muevo lentamente, debe de ser por el sock, tengo que ser mas rápida o no duraré mucho.  Avanzo como puedo a través de las calles. Estoy muerta de miedo, con frío y empapada.

Salgo de la ciudad, perfiero pasar desapercibida e ir por caminos y carreteras secundarias. Pasa el tiempo, el camino es oscuro pero tengo que seguir andando aún que mi cuerpo necesite descansar. Al rato de andar descubro una iglesia medio derruida sobre una loma. Da un poco de miedo, pero supongo que aún es techo. Me acerco y abro con esfuerzo la puerta, es enorme debe de medir unos tres metros.

Delante de todo, hay una mujer de avanzada edad. Es muy delgada, y esta encorvada. Además, es alta y delgada, lo que pronuncia esta postura. Sus ojos reflejan una mirada triste, y se nota que la vida no la ha tratado bien. Su pelo es canoso. Me mira fijamente y me sonríe, dejando ver sus dientes podridos por una mal higiene.

- Buenas noches, joven - me dice con una voz temblorosa pero amable -. ¿Puedo ayudarte en algo?

- Bueno… quería saber si podría quedarme aquí esta noche, no tengo adonde ir y necesito un refugio temporal - contesto intentando que no se note el miedo que tengo.

- Mmm… A ver que se puede hacer - se gira y con la llave que lleva colgando de su arrugado cuello abre un armario gigante que tiene detrás de ella dejando ver muchos libros distintos y de muchos colores. Arriba, hai una copa de oro y piedras preciosas, y al lado un frasco muy grande en el que pone AGUA BENDITA. Se sube las gafas con el dedo índice, pero se le vuelven a caer. Coge uno de los libros. Empieza a hojear unas paginas y tras una larga espera, señala un párrafo del libro -. De acuerdo…puedes quedarte. - mira el libro otra vez -. Pero si te pillo robando, haciendo acciones impuras, gestos groseros, palabras inadecuadas, timando, sobornando, traficando, consultando libros sagrados sin presencia de un supervisor, falsificando contraseñas, pestañeando o respirando sin permiso… - coge una gran bocanada de aire -. Te echare de aquí - la pobre mujer esta medio azul de aguantar tanto la respiración. ¿vienes tú sola?

- Sí.

- Es muy peligroso que una mujercita de tu edad vague por éstos sitios. Hay muchos corruptos, me sorprende que llegaras tan bien aquí... Sígueme.

- Gracias – sonrio y saco mi cartera

- No hace falta compensación economica alguna, - contesta seria - es un lugar sagrado, no podemos aceptar dinero de los desfavorecidos. Pero si quieres contribuir, sera todo un agradecimiento.

Le ofrezco lo que tengo, ella lo acepta y lo mete en un bote. Con una sonrisa se voltea y comienza a andar. Le sigo, me quedo enbobada mirando los descomunales techos, columnas, vidrieras... Todo es precioso, aún que por desgracia, no lo puedo apreciar del todo por la oscuridad. Me tiende una vela y continua subiendo por unas escaleras bastante empinadas y desgastadas. Me cuesta seguirle el paso a pesar de mi condición física y mi juventud.

Llegamos al campanario de la iglesia, me quedo con la boca abierta al ver las colosales campanas. Me acerco a una, cabríamos cinco personas dentro y aún quedaría sitio. Siento la tentación de tocarla, pero la señora me lo impide. Me indica que entre en un cuarto. Al entrar me fijo que es una habitación muy grande, pero es todo piedra, es frío, húmedo, y no posee ventanas. Me siento en una cama que tan solo tiene una manta. Observo de mi teléfono que mantuve en el bolsillo y veo que tengo una llamada perdida y un mensaje. ¿Del sensei? Que raro... Miro el mensaje y el corazón se me para al ver que es un SOS. Sin pensarlo llamo a su número, pero comunica. Me tumbo en la cama, me tapo todo lo que puedo con la manta e intento dormirme, pero tengo demasiadas preocupaciones en la mente... Mis mejores amigos que se quieran matar entre si, y mi maestro a manos de Saummus.

No aguanto mas aquí, necesito distraerme un rato, así que me envuelvo en una manta y vuelvo al campanario, ésta vez no me corto y manoseo la campana. Sigo inspeccionando este lugar, y me llama la atención una puerta polvorienta y con un candado oxidado. Cuando lo toco se me desintegra en la mano haciendo ruido, escucho unos pasos que se acercan por la distancia con rapidez, no... es la monja... La puerta cede ante mi dejando al descubierto unas escaleras descendentes. No me lo pienso y bajo rápida las escaleras, espero que no me descubran.

Exausta, llego al final de las escaleras. Esta todo super oscuro, no hay ni la luz de los relampagos de fuera, ni una vela. Así que hago una pequeña bola de fuego para poder ver. Me doy cuenta que estoy en una capilla enorme, hay cristaleras a los lados, al final hay un órgano dorado de proporciones inmensas. Desde mi posición observo el techo, está pintado y parece contar una historia.

En la primera pintura se aprecian una especie de guerra sangrienta. Sigo caminando un poco mas asombrada; en el siguiente fresco puedo ver a tres figuras humanas juntas y en paz, y creo que hullendo de algo. Avanzo un poco mas, en este se ve a las tres personas en un lugar extraño, no sabría decir dónde. Continuo avanzado, pero me tropiezo con el órgano haciendo un estruendo. ¿Qué hago? Me va a decubrir... Con rapidez apago el fuego y me escondo detrás de una estatua. Escucho unos pasos que bajan apresurados. No quiero arriesgarme más, así que me vuelvo invisible. Me quedo lo mas quieta que puedo intentando que mi sombra no me delate. Cuando la monja se da la vuelta de mi posicion, salgo corriendo dirección a las escaleras. Pero al subir tropiezo y me caigo haciendome visible y dejándome al descubierto.

- Jovencilla, - me regaña la señora - usted esta profanando un lugar antiguo y sagrado.

- Perdón señora, - me disculpo cabizbaja, acto seguido me levanto - no era mi intención irrumpir aquí, pero... No podía dormir y me decidí a explirar un poco su iglesia. Si usted lo desea me voy y no la molesto más...

- Está claro que desconoce su suerte.

Miro de nuevo al techo no sé por qué, y se me vienen a la mente la imagen de Zeil y el pequeño Nahuel luchando....
 
-¡La mision! - entono para mí - Lo siento, pero he de irme, tengo una misión que debo cumplir.

No lo dudo, y salgo corriendo. Subo las escaleras con gran agilidad. Entro de nuevo en el cuarto para recuperar las pocas pertenencias que tengo. Pero de repente se cierra la puerta. La intento abrir, pero no doy, incluso pruebo con el hechizo que hice para entrar en el cuarto de Zeil, pero no funciona. Tengo que salir por el balcón y entrar por otro balcón. Me cubro de nuebo con la manta y salgo. La lluvia hace daño, y hace mucho frio... intento abanzar sin caerme, miro al frente, se ve la ciudad, todo sin luz... ésta ciudad devia ser impresionante en la hera de la electricidad. Consigo meterme en en el campanario, tiro la manta por ahí y bajo a toda prisa. Llego abajo y me paro un momento para volver a apreciar la descomunal cámara principal. Y salgo corriendo sin dirección en busca de algún coche.

Me meto en un aparcamiento, por suerte hay un coche y grandecito. Me aseguro de que no me siguen, fuerzo la cerradura y me meto. Lanzo un hechizo y el coche arranca sin problemas, la magia es muy útil para éstos casos.

Voy avanzando rápido, dirección a  Hjem, la capital Saifuche, pero una sensación me dice que vaya directa al Primer Gobierno. Así que no lo pienso y voy dirección contraria al amanecer. Cuando salgo de la ciudad es de día, y comienzo la senda de las tierras altas. Acelero a lo que da el motor. Como el aburrimento me mata, empiezo  a pensar en demasiadas cosas, como que pasará cuando estemos Zeil Nahu y yo juntos, si el sensei está a salvo, en la rata de Saummus que quiere robar la herencia a su sobrino...

Después de casi medio día al volante, a lo lejos veo unas figuras, espera... son Zeil y... el otro es muy alto, no lo reconozco, pero me es familiar... Rápida me bajo del coche y empiezo a correr en su dirección agitando los brazos con júbilo, ellos responden de la misma manera.