martes, 17 de diciembre de 2013

Nahuel Capítulo 12

- Oh, seguidme. No os queréis ahí. - la anciana se fija en Zeil en ese momento que lo cargamos entre Ata y yo. - ¡Que las esencias nos asistan!¿Está herido?

- Sólo en el orgullo. - Zeil me asesina con la mirada por aquella frase pero a los demás se les es escapa una pequeña sonrisa. No puedo negar que me es reconfortante meterme con él.
- Bueno, en ese caso prosigamos.

La anciana nos lleva hacia la parte trasera de la iglesia. Según avanzamos, más me encandilo con aquel arte. Nuestro paso es lento debido a Zeil, así que tengo tiempo suficiente entre cada paso para regodearme de aquella hermosa estructura. La anciana nos lleva hacia unas escaleras que al subir por ellas nos lleva a una especie de subtecho en el cual había comida, agua, velas y cosas varias; supongo que para el mantenimiento del antiguo edificio.

- No os puedo ofrecer otro lugar a todos. Aquí dormian los peregrinos cuando estaban de paso.

- Muchas gracias, señora. - digo educadamente. - Se lo agradecemos todos, es muy amable al dejarnos descansar aquí.

- Yo no, es lo que debe hacer ya que soy el príncipe Zeil. - susurra por lo bajo Zeil. Con un movimiento rápido le pongo la zancadilla y lo dejo caer sobre un montón de heno.

- Cuidado, príncipe que te vas a caer. - le digo sarcástico y despectivo. Me enfada mucho esa actitud de soberbia. Se cree un rey y ahora mismo no llega ni a ser campesino. Este no es el Zeil que llegué a conocer. Nunca fue muy humilde, es algo que hay que reconocer, pero no se preocupaba sólo por si mismo. Era amable y querido por todos. Tal y como es ahora no lo querría ni su propio perro.

- Seras...

- Pero, ¿tenéis energía para eso? - dice Kenta acomodándose en una esquina.

- No, yo estoy agotado. - deje a Zeil en el montón en el que cayó y me dirigí a otro en la esquina opuesta. Zeil resopló y se acostó como más cómodo se podía llegar a estar en aquella "cama". Ata miraba junto con la monja la escena. Me fije en que cada uno ocupaba un montón y no quedaba sitio para ella. - Ata, ven. - la llamé para cederle parte de mi montaña de heno. Ella se acercó y se sentó a mi lado. Me pongo algo nervioso porque al sentarse me dedicó una de sus sonrisas como cuando eramos pequeños y se sentó muy cerca mía, solo espero que no se me note.

- Jóvenes, ¿me permitís una pregunta indiscreta? - dijo la anciana dirigiéndose a Ata y a mí. Pero sin darnos tiempo a contestar prosigue - ¿Sois pareja vosotros dos?

Una oleada de negativas salien de nuestras bocas. Zeil parece disfrutar con esta situación en la que nos han metido a Ata y a mi. Kenta observar divertido. Vale, es una situación incomoda para mi, y pienso que para Ata también pero a ojos ajenos tiene que ser simpático.

- Voy a por unas mantas para que os arropéis y durmáis más a gusto. Jovencita, si no sois pareja de nadie en este cuarto no tiene sentido que durmais en este lugar. Venid conmigo, por precaución. - dijo la monja acercandose a nosotros. Posteriormente agarra a Ata por la muñeca y sin oír sus protestas la arrastra al exterior de la sala dejandonos a los tres chicos allí solos. Al poco rato vuelve la anciana con mantas de lino y nos proporciona una a cada uno, aún que Zeil ya se había dormido. - La joven y yo estaremos en un cuarto en la parte baja de esta divina casa. Descansad y que los ancestros os proteja en vuestro dormir.

- Gracias. - decimos al unísono. La señora sale dejando entornada la puerta. La habitación se queda en silencio y en una penumbra colorida producido por el brillo de la luna en las hermosas vidrieras. Divago sobre lo que me estoy proponiendo hacer, alejarme de lo que quieren para mí y embarcarme en la que puede llegar a ser la mayor historia de mi vida. Reconozco los peligros que acarrea, pero ya he sufrido lo suficiente siendo pasivo y permitiendo que la gente haga todo por mí. Es hora de tomar las riendas de mi vida y vivir las aventuras que siempre vivía en mi imaginación.

- Nahuel. - rompe el silencio Kenta.

- Dime.

- ¿Alguna vez has deseado hacer una cosa que sabes que está mal pero aún así la haces?

- Claro. ¿Qué me quieres decir con esto? ¿Qué pretendes hacer? - digo incorporándome.

- Quiero venganza. El Primera Gobierno me has arrebatado toda mi familia y quiero devolver el golpe.

- Kenta, la venganza es un camino sino salida y además eres un solo niño, no les darías un golpe, les harías cosquillas. Y además ¿cómo lo pretendes hacer?

- Tengo mis métodos. - contesta secamente.

- Mira, no soy quien para hablar pero no creo que sería una muy buena idea. Te entiendo yo también soy huérfano de padre por culpa de una guerra que ni siquiera se sabe porque comenzó, pero aún que ahora te intente convencer de que es una chorrada el vengarse no me escucharás, con el tiempo espero que te des cuenta de que vengandote solo pierdes el tiempo. Son una felicidad y un alivio vacíos, no hay nada detrás de una venganza.

No obtuve más respuesta que el verle darse media vuelta en el montón de heno, dándome la espalda. Suspiré y me decidí a dormir. Había sido un día largo.

- ¡¿Dónde está Kenta, Nahuel?! - me despierta Zeil a gritos y sacudiéndome, provocando el despertarme de golpe. - ¡¿Qué has hecho con él?!

- Desvarías, no he hecho nada. Kenta esta... - me vuelvo y señalo el montón de paja que ocupaba el niño. Pero ahí no hay nadie, esta completamente vacío. - ahí... Estaba justo ahí tumbado cuando yo me dormí.

- Mientes. Jamás debí de confiar en vosotros, - dice con rabia - en un momento que me descuido y ya me la jugáis. Te mataría ahora mismo. - soltó alzando el puño de manera amenazante.

- Zeil, relajante. No quiero pelear. - me suelto de su agarre y me levanto. Sé lógico, es un niño de trece años, no puede andar muy lejos...

- Eso suponiendo que no lo hayas raptado.

- Deja de decir chorradas, si lo quisiera raptar y a ti traicionarte ya lo habría hecho hace mucho. Bien, ¿has mirado en la iglesia?

- No, no he salido de aquí. - sin buscarlo nada y ya me carga el muerto a mí.

- Pues buscalo en el ala norte de la iglesia, yo buscaré por esta zona. - me mira extrañado y con desconfianza. - Tío, no tengo intención de hacer otra cosa más que buscarlo. Si quieres dar con él ve ya. - a regañadientes pega media vuelta y sale corriendo escaleras abajo.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Zeil capitulo 11

Me doy cuenta de que es la chica que me raptó, Que le pasa ¿me sigue a todas partes? No voy a dejar que me detenga ahora. Nadie me para.

-¡¡Zeil espera!! ¡Es Atanasia!- me grita Nahuel por atrás, no le ago ni caso. Intento ir mas rápido para atacar y que no se defienda.

Llego junto la chica, ataco con una potente estocada, pero me detiene con escudo de... ¿tierra? Ni que supiera que le atacaba.

- Zeil, ¿qué haces? - me protesta la chica por detrás del escudo, me cabrea no verle la cara.- ¿Qué haces tú aquí? ¿Espiarme? -le grito, pienso librarme de ella. - Pues me las  arreglo sólo. Soy el príncipe de el Primer Gobierno. Nada me va a detener el volver a casa. Ni siquiera tú.

Acto seguido, con todas mis fuerzas y mas, golpeo el escudo rompiéndolo en múltiples trozos. De repente me entra una desagradable arcada, me pongo medio de rodillas para evitarla. Pero Nahuel me da una patada, me tira al suelo y me quita la espada de las manos. Este ya es el colmo, no me va a ganar de nuevo. Odio quedar en segunda posición, y Nahuel me esta dejando atrás...

- Esa forma de coger la espada... - dice la chica asombrada, desde el suelo aprecio que el principito se da la vuelta- No puede ser... ¡¿Nahuel?! ¡Estás enorme!

- Pues tu estás muy cambiada. Casi no te reconozco, pero tu pelo rubio es inconfundible. Han pasado tantos años... - dice Nahuel, que cara tiene con esa sonrisa tan estúpida.

- Oh! Dios mio, Nahu. - miro a la chica desde el suelo. Otra con una sonrisa tonta en la cara.

-Bueno...- les interrumpo mientras me levanto, si esta pastelada sigue, las arcadas me volverán y acabaré vomitando - siento interrumpir un reencuentro bonito, pero tu...- me cuesta recordar el nombre de la chica- Atanasia.... ¿que rayos haces qui? ¿¡Por que me persigues!? - le grito a la cara, estoy muy enfadado, no me fio de nadie, tenia que haberla mando al Tártaro cuando podía.

- Zeil, -Intenta imponerse, pero conmigo no le funciona.

Disimuladamente observo a Nahuel, si me muevo me ataca-. necesitas aprender a distinguir quién es tu enemigo.

Kenta viene gritando mi nombre mientras se acerca corriendo... tenía que haberle dicho que se quedase en el coche... Nahuel y Atanasia están despistados, así que lo mas rápido que puedo arrebato de las manos de Nahuel mi espada, tiro a Atanasia al suelo me coloco sobre ella y le pongo la espada al cuello, esto se va a acabar ya.

Nahuel, como me toques o intentes algo, la mato - Digo en un tono muy oscuro. Ya me esta cabreando que me siga, como para que niñato la anime. Le miro de reojo, esta tenso, voy a asustarlos mas. Me acerco al oído de Ata -Tu…debería matarte ahora mismo sin darte otra oportunidad.

-Pero no lo harás - me amenaza, me rio, es ridículo.

Le aprieto un poco mas, veo como una gota de sangre corre por su cuello, pero no le hago mas herida; aun no. Me coge por los brazos ¿qué pretende? De repente un dolor muy fuerte en los músculos de mis brazos me deja como paralizado durante un segundo, momento en el que Nahuel me coge por la muñeca con la que blando mi espada y empezamos a luchar por el control de la espada; para su desgracia estoy ganando. Soy mas fuerte que el, y la tengo cogida por la empuñadura, cosa que ayuda.

-¡¡Ata, haz algo!!- grita Nahuel desesperado, actúo mas rápido para que no me pare el propósito.
Escucho que Ata susurra algo, al instante caigo al suelo sin fuerzas, no me puedo mover, solo tengo fuerzas para hablar...

-¿Que me has hecho?- pregunto sin fuerzas.

-Solo te quite las fuerzas - Dice Atanasia mientras Nahuel me quita la espada. -No te esfuerces en luchar, no podrás.

Se miran con sonrisas tontas... ¿por que ver a esos dos desconocidos sonriéndose así me es tan familiar? No lo se. Creo que no debería hablar después de lo sucedido...así que me limito a mirarles, a ver si me hacen caso.

-¿Y ahora qué?- pregunta Nahuel.

-Deberíais descansar- Atanasia mira a Kenta- os veo a los tres muy cansados.

-¿Sabes de algún sitio discreto? No tengo ganas de nos vean las autoridades.

-Si que sé. Una iglesia en la que nos podemos quedar una noche, aunque la señora que la cuida es un poco amargada....

-Me vale, vamos.

Me cogen entre los dos, y me ayudan a caminar hasta el coche que debió ser en el que vino ella. Me sientan atrás y me ponen el cinto ¿por qué me ayudan y no me dejan aquí tirado? No lo entiendo, en teoría somos enemigos a matar.

-¿Por que no me matáis y os libráis de mi?-comento mientras Nahu me pone el cinto.

- No somos tu - me contesta. Le ha molestado que le dijera esto.

Cierra la puerta de golpe, como puedo enderezo la cabeza y miro para Kenta. Parece enfadado conmigo... aún que lo entiendo bien, maté a su hermana menor delante de él, pero no entiendo de como alguna manera sigue a mi lado, algo lo retendrá.

- Kenta....- Digo en bajo, no puedo tener un tono de voz mayor- ¿Por qué permaneces a mi lado?

-Pues...- me mira de reojo y devuelve la vista al suelo- Confío en que sea verdad.

-¿Que sea verdad el qué? No te entiendo.

-Es simple, no tienes que entender nada, tan solo afronta tus pasos y sigue adelante. - este niño es más inteligente de lo que pensaba, yo a su edad no diría eso.- Solo dime que no quitaras más vidas a cambio de nada.

A lo último no contesto, no puedo prometer nada; intentaré no crear la muerte en nadie, salvo que sea necesario para salvar a Kenta y a mi mismo. Y si es necesario me libro de Nahuel y Atanasia.

Los dos entran en el coche, Nahuel al volante y Atanasia en el acompañante. Nahuel arranca el coche y me fijo que vamos dirección contraria al Primer Gobierno. Estos dos días han sido muy humillantes, ¡el niñato este me esta aplastando y controlando! Y no lo tolero, mañana o cuando tenga fuerzas, me libro de los dos, cojo a Kenta y me voy. Aún que pensándolo bien, lo voy ha hacer más divertido: atarlos y "jugar" con ellos.

Miro por la ventana divagando en mi cabeza, estamos cerca de Alia, una ciudad neutra de contrabandistas, ladrones y borrachuzos; todo sin leyes. Aun recuerdo cuando estuve hay en una misión allí.

Fue de las primeras misiones que tuve,tia la edad 15 años cuando me la encomendaran, pero ya estaba formado. Eramos cinco soldados de la misma categoría, pero como yo expiraba a convertirme en un superior me mandaran a mi de cabeza. La misión consistía en reconocer la zona y eliminar a los contrabandistas de unos generadores de electricidad ilegales y muy contaminantes; que tal como esta el planeta no hace falta mas degradamiento. Aun recuerdo los nervios del novato, la adrenalina corriendo por mis venas y lo peor la poca experiencia que tenia.De noche, después de reconocer la zona encontramos a los contrabandistas en un almacén abandonado. La poca luz que venia del exterior y de las velas se apagó dejándonos a oscuras, tan solo se apreciaba el contorno del mobiliario y estructura , hay fue el momento que descubrí que situaba bien por oído. Atrapé al jefe, la luz de fuera me dejo verle el rostro, tenía las odenes de "eliminar el contrabando" así que le tire al suelo golpeandole fuerte la nuca dejándolo inmovil en el suelo, me puse encima para que no se moviese; empuñe mi espada y le mire a los ojos; estaba a punto de arrebatar la vida a un hombre que ni conocia. Me temblaba el pulso al verle el miedo en sus ojos, no era capaz. Pero al fin cogí la espada con firmeza y se la clave en el pecho, marchándome de su sangre, fue mi primera víctima mortal, después de eso, quede insensibilizado a la muerte. Sigue siendo un trabajo muy duro quitar vidas, pero en una guerra no puedes pensar lo que haces, simplemente quieres sobrevivir. Mis compañeros me admiraban por ello, pero yo sabia que realmente no merecía esa alabanza. Solo me entrenaron para cumplir ordenes, únicamente para eso sirvo.

Estacionan el coche en las afueras de la ciudad, en frende de lo que parece una iglesia. Salimos del coche, Atanasia despierta a Kenta, y entre ella y Nahuel me ayudan a caminar. Me quedo boquiabierto al ver la estructura... es impresionante. Nada más entrar por aquellas puertas de madera, nos quedamos Kenta, Nahuel y yo hechizados al ver la compleja estructura del edificio.

- ¡Santa Andrágora! - aparece una monja por detrás, debe ser quien cuida todo esto.

- Siento volverle a pedir el mismo favor pero si... -comenta Atanasia educada, pero la anciana la interrumpe.

- Jamás creí ver esto con mis propios ojos...- nos mira a todos con admiración. Normal, la anciana es una seguidora mía, fijo.

- ¿El qué? - pregunta Kenta, al parecer era la cuestión que nos hacíamos todos.

- Cosas de una vieja creyente, pequeño. Por supuesto que os podéis quedar. Sed bienvenidos a esta casa sagrada.

¿Creyente? ¿En qué?